Neil Harbisson es artista, 30 años y es natal de Barcelona. Nació viendo en blanco y negro pero hoy percibe el mundo en color gracias a un dispositivo electrónico que lleva insertado en la nuca. Ahora ha decidido impulsar el mundo Ciborg.
Este barcelonés no podía decir que veía la realidad en bicolor, ya que sólo percibía una única forma de ver. Sus padres intuían algo raro y le llevaron al oftalmólogo. Allí el diagnóstico fue erróneo: Daltonismo. Pero según pasaban los años, la supuesta alteración ocular fue yendo a más y acabó confundiendo todos los colores. Conseguía entender el mundo gracias a ser capaz de memorizar cada palabra que se atribuía a un determinado objeto; sabía del cielo que se decía que era azul, que el césped era verde y que los coches de bomberos rojos, pero luego le preguntabas de qué color era el jersey que llevaba y no lo sabía. Con naturalidad al principio y con odio al final, el mundo de los colores acabó siendo sinónimo de conflicto: " Los verdaderos problemas eran interpretar los mapas, o los cargadores de móvil porque cada luz dice una cosa, por ejemplo".
Con 11 años ya sabían cuál era la enfermedad que tenía: Acromatopsia
Al acabar el bachillerato se fue a Inglaterra a cursas estudios musicales durante 7 años. Fue allí donde asistió a una conferencia de Adam Montandon sobre cibernética. Se acercó a él y le contó su problema; desde ese día juntos trabajaron en la idea de crear el ojo eléctrico que tradujese los colores a sonidos.
Al principio le costó acostumbrase, incluso sufrió dolores de cabeza las primeras semanas, pero gracias a la plasticidad del cerebro fue capaz de adaptar el estímulo. Para Harbisson el color más inocente es el rojo y el más agresivo el violeta.
Explica que nunca se lo quita, ni siquiera para dormir, y esa condición es la que le ha hecho convertirse en el primer auténtico ciborg del mundo. Ya que les hay intermitentes u ocasionales, como su actual pareja, Moon Ribas, que junto a él es cofundadora de la Fundación Ciborg.
Ella lleva sensores de movimiento como pendientes, que en función de la velocidad de izquierda a derecha con que se muevan, sabe la sabe la velocidad exacta de los objetos. Ha hecho un estudio sobre la velocidad de movimiento de los ciudadanos de más de 100 ciudades y afirma que los habitantes de Londres y Estocolmo se mueven a la misma velocidad y que los del Vaticano son los que más lento lo hacen.
Tras varias cartas enviadas a las autoridades inglesas le reconocieron la foto enviada para renovar su pasaporte, dónde aparecía con el ojo electrónico. Se vió obligado a explicar su situación, comparándola con que es como si te quitan un sentido, para que el sanitario remitiese un escrito que avalara dicha situación.
Ahora anda en conversaciones con unas cirujanas catalanas para que le inserten el chip que lleva en la nuca en un hueso del cráneo.
Harbisson es video-artista; ahora mismo está exponiendo en Venecia una colección de cuadros en la que se les entrega un ojo electrónico a los visitantes para que experimenten esa sensación sonorocromática.
Realmente increíble
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. A mi me dejó alucinando...
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